miércoles, 28 de diciembre de 2016

"¿INNOVAR O MORIR? ESA ES LA CUESTIÓN" de Ramón González Sánchez" (2016)


Escrito por un modesto almeriense, publicado por una pequeña editorial almeriense y reseñado en un humilde blog de Almería. Y sin embargo, la potencialidad y la motivación de este libro no tiene, literalmente, ninguna frontera. Empieza en Almería, va a EEUU, pasa por Marte, y planifica como sacar ventaja del proceso de vuelta para mejorar la Tierra.
Ramón González Sánchez es un científico nacido y formado en Almería, pero que lleva ya unos años desarrollando sus investigaciones sobre robótica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el famoso MIT de EEUU), y también para la OTAN. Doctor en robótica e ingeniero en informática, su especialidad es la construcción de vehículos para moverse por la superficie de Marte. Amante de su tierra como el que más, no dudó un segundo cuando tuvo la oportunidad de cruzar el charco para crecer como investigador. Emuló a tantos otros científicos del pasado que perseveraron ante la adversidad, y apostó con todos sus riesgos por irse a vivir a otro país que le ofrecía mejores oportunidades.
Hasta aquí podríamos pensar que no hay nada sustancialmente diferente de tantos otros españoles que han tenido que emigrar. Lo que hace diferente a Ramón González es su motivación interna y su visión global, pues eso le empuja a superar su condición individual para mostrarnos un proyecto más ambicioso. Porque él conoce la historia de la ciencia lo suficiente como para saber que el mundo se juega mucho, apoyando o rechazando el espíritu innovador, y la vanguardia tecnológica de cada tiempo.

Al fin y al cabo, si algo debemos aprender de las hazañas académicas y científicas de este almeriense, es que las fronteras, las nacionalidades o los orígenes no son determinantes. Pueden, efectivamente, marcar ciertos apegos, pero lo importante es tratar al investigador (y al ciudadano en general) según sus méritos, sin menospreciar sus opiniones e ilusiones, sin excluirlos por su jerarquía académica, y abriendo las puertas a lo que nos pueden aportar a generaciones venideras. La cita que da entrada al libro, de otro famoso almeriense (José Artés de Arcos), lo explica mejor: "De los hombres y de los pueblos más interesante que averiguar de dónde vienen, es saber a dónde se dirigen".


En su primer libro de divulgación científica, Ramón González hace un sucinto repaso a la historia de los principales descubrimientos, y las circunstancias que los acompañaron. No es un libro extenso, presuntuoso ni enciclopédico. Al igual que su autor, se explica de manera sencilla, humilde y asequible para cualquier lector interesado en conocer las proezas científicas de las que hemos sido capaces, del esfuerzo que han costado y de las sinergias que han necesitado. 

En cada una de sus páginas nos da ejemplos de inventores e innovadores, hombres y mujeres que han tenido que romper muchas fronteras, no solo geopolíticas, sino de prejuicios, cerrazón, desconfianza, o directamente ignorancia sobre el valor de la ciencia. Aún así, el científico almeriense no puede evitar hacer menciones aquí y allá, a modo de reivindicación patria, de todos los científicos españoles que han colaborado a engrandecer la historia de la ciencia,... aunque a menudo enterrados en un silencioso olvido.


El libro arranca en la Prehistoria, con el fuego. Sigue con la agricultura neolítica y pasa rápidamente a contarnos los principales personajes que configuraron las revoluciones industriales, tecnológicas, digitales e interplanetarias. Y aunque está repleto de anécdotas y curiosidades que amenizan el texto, me limitaré a destacar dos de ellas.

La primera es que la estaciones espaciales que orbitan alrededor de la Tierra tienen unas dimensiones gigantescas. No es ningún descubrimiento de última hora, lo hemos visto todos en los telediarios, pero yo nunca me percaté, por ejemplo, de que la Estación Espacial Internacional es tan grande como un campo de fútbol, y da una vuelta a la Tierra cada 90 minutos..., es decir, viaja a una velocidad de 7.7 km por segundo. Hay que detenerse un momento para asimilar dicha información. Es como decir que un bicho tan grande como un campo de fútbol es capaz de ir desde Almería a Aguadulce en dos segundos.


La segunda es que cuando EEUU visitó la Luna, había una estación madrileña que se encargaba de monitorear las constantes vitales de los astronautas, y aunque su papel era fundamentalmente pasivo, tuvieron que intervenir para calmarlos cuando la comunicación con Houston y la tripulación se vio interrumpida, provocando la alarma a bordo. Desde Madrid se les dijo: "El silencio en Houston se debe a un problema menor, se solucionará en breve". La respuesta de los astronautas fue: "Oh Madrid! Beautiful Madrid! Wondeful Madrid! Outstanding Madrid!" 


Pero, a mi juicio, los párrafos más interesantes de la labor divulgativa de Ramón González Sánchez son los dedicados a justificar la odisea espacial de nuestros tiempos: "Fuera de la Tierra, para la Tierra" (Off the Earth, for the Earth). Desde las intervenciones quirúrgicas con laser hasta la detección de productos químicos, pasando por los trajes ignífugos de los bomberos, la exploración espacial nos aporta beneficios inesperados a todos los que permanecemos sobre la superficie terrestre.

La investigación médica constituye una de las mayores beneficiarias de la presencia de un laboratorio permanente en el espacio.
[...]
El gran éxito de la misión Apolo no fueron las rocas traídas de la Luna sino la tecnología que nos hizo posible coger esas rocas.
[...]
Un proyecto que se ha beneficiado de la inversión realizada en la misión Mars Science Laboratory es el [...] sistema para la detección de fugas de gas.
[...]
por cada dólar que el gobierno americano invierte en la NASA, el retorno producido en forma de transferencia de tecnología y empleo para los ciudadanos estadounidenses es de 7-8 dólares.


Pero si la exploración espacial nos reporta estos gratos legados, y esto supone de por sí una justificación para continuar por el mismo camino, ¿qué se puede decir de todas esas guerras que han generado innovación tecnológica de aplicación civil? El experto en robótica del MIT se conmueve al rememorar la muerte y destrucción de la que también hemos hecho gala con demasiada frecuencia. Y aunque reconoce que las guerras no se pueden justificar, muchas innovaciones han prosperado "en un marco militar o de defensa". No obstante, y a pesar de las objeciones morales, hay que reconocer que la ciencia le debe mucho a la guerra. Esto no puede llevarnos a buscar la guerra, pero a juicio del doctor en robótica tampoco deberíamos dar la espalda a las tecnologías resultantes de los esfuerzos bélicos. ¿Qué científico, o incluso qué sociedad, estaría dispuesta a rechazar los frutos del futuro por haber sido regados con sangre del pasado?
"Claro está que muchas de las grandes innovaciones e invenciones en la historia de la humanidad han venido "gracias" a las guerras. Por supuesto que las guerras son totalmente deplorables, injustificables e imperdonables pero una cosa está clara "a río revuelto, ganancia de pescadores".
El libro termina con un optimismo contundente cuando asevera que todos los grandes problemas de la humanidad se solucionarán con total seguridad. A primera vista parece un planteamiento demasiado ingenuo, habida cuenta de la dimensión y seriedad de lo que queda por solucionar y la desidia que, a menudo, percibimos en quienes tienen el poder para tamaña empresa. Pero Ramón González se inserta en la línea de pensadores como Matt Ridley ("El optimista racional") o Steven Pinker ("Los ángeles que llevamos dentro"), herederos contemporáneos de la Ilustración, cuya fe en el progreso se apoya en muchos datos y experiencias del pasado.


En el caso del almeriense, además, también le asiste la fe religiosa, que hace compatible con su pasión por la ciencia, a pesar de pertenecer a esa minoría de científicos que son creyentes. Ello seguramente le ayuda a vislumbrar una tierra prometida, no exenta de esfuerzos y riesgos, que le lleva a una dicotomía pragmática en el próximo devenir:

"¿Quieres ser tú el protagonista de las portadas de los periódicos anunciando esos logros o quieres ser el lector tumbado en el sofá que las leerá?"

La pregunta es un arma de doble filo, porque por muy retórica que pretenda ser, existe el riesgo más que probable de encontrarse con una gran masa de personas que elegirían la segunda opción... pero algo me dice que el libro, afortunadamente, está dirigido a otro tipo de lectores.


ENTREVISTA EN INTERALMERÍA:


PÁGINA WEB:  WWW.RAMONGROBOT.COM

1 comentario:

  1. puede que la idea expuesta en el titulo sea algo alarmista : no se puede negar que sin innovacion nos aseguramos mas dependencia y también el vagón de cola

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