Los filósofos no cosechan grandes éxitos de ventas en las librerías. Algunos pocos, sin embargo pasan a ser conocidos popularmente por sus posiciones políticas o por sus colaboraciones en los medios. El caso español más llamativo es el de Fernando Savater. Pero también están Victoria Camps, José Antonio Marina y Adela Cortina que, con la publicación de este libro, abarcó a un público mucho mayor del que solía tener tras casi 40 años de libros dedicados a la ética y la filosofía.
La tesis del libro es bien sencilla. El racismo y la
xenofobia están mal diagnosticados porque debajo de todas esas fobias
late una fuerte repulsión por los pobres que nunca termina de
analizarse. Realmente no rechazamos al extranjero ni al negro por ser
quienes son, sino por tener los bolsillos vacíos. Los datos de
aceptación de los turistas que nos invaden para gastar su dinero, de
alabanzas a los árabes de los petrodólares, a los asiáticos dueños de
equipos de futbol, o a los famosos gitanos cantaores de flamenco así lo
acreditan. No es la piel, ni la nacionalidad, ni la cultura sino el
dinero lo que marca la diferencia.