Tan solo he leído la segunda parte del libro. A continuación paso a comentar algunos de los temas con los que Vidal hace gala de su famosa y elegante acidez contra la parte más reaccionaria de la sociedad norteamericana.
Hay una tendencia conocida como moralismo legal que consiste en legislar sobre la vida privada de los ciudadanos, hacer sábanas de las páginas de la constitución, desde la ley seca, hasta la actual guerra contra las drogas pasando por supuesto por la penalización de la homosexualidad.
La homosexualidad es analizada en varios contextos históricos; el Levítico, la Grecia clásica, el psicoanálisis freudiano… Ya en la antigüedad, gracias a Justiniano que adujo que era la causa de los terremotos, la homosexualidad se convirtió en delito. Pero Vidal arremete contra las leyes que siguen vigentes en EEUU y que condenan muchas prácticas sexuales, no solo la homosexualidad. Es cierto que reconoce que son letra muerta, es decir, que no se usan. Pero siguen vigentes para poder hacer uso de ellas cuando algún juez o fiscal retrógrado quiera.
Vidal hace una lectura política de las diferentes posturas sexuales de cada época; el sexo es política. Él cree que el hecho de denostar a un homosexual, a una mujer o a una práctica sexual tiene como origen una voluntad política de seguir manteniendo un estatus quo que se vería en peligro si se permitiera que la sociedad se organizara de manera diferente. Si el sistema capitalista consigue amedrentar al trabajador es porque éste está casado y dedicado a traer ingresos a su familia. Si el matrimonio no estuviese tan universalizado no sería una institución útil como herramienta de presión. Los homosexuales se constituyen en un tipo de trabajadores no amenazables en ese sentido. Vidal supedita el sexo a una última motivación más allá de la mera censura del placer ajeno; “Las actitudes sexuales de una sociedad determinada son el resultado de decisiones políticas”. Incluso la religión sería una herramienta más que le debe cuentas a intereses superiores; “Las religiones se manipulan con objeto de servir a aquellos que rigen la sociedad, y no al contrario”.
Gore Vidal toma algunas posturas atípicas en un autor de izquierdas. Piensa que EEUU no puede asimilar tanta inmigración, pues no hay trabajo para todos, y todo tiene un límite. Incluso va un poco más allá y propone una unión occidental frente al gigante asiático. No tiene miedo de ser considerado racista, pues el temor ante una invasión de Asia no es racial, sino económica y legítima por ambas partes. Así mismo considera que hay un problema de superpoblación al que aporta curiosas perspectivas:
“Si la humanidad ha de sobrevivir, la población tendrá que reducirse drásticamente, si no por medio de la guerra atómica, entonces por ley, una perspectiva poco halagüeña para los derechos civiles, aunque desde luego preferible a morir de hambre”. […] Quienes querrían prohibir el aborto, los anticonceptivos y la homosexualidad, al tiempo que ensalzan la familia y la reproducción son en sí mismos agentes activos de la destrucción de nuestra especie. Estaría más furioso si tuviera en mayor estima a la especie, pero no es el caso, de modo que considero serenamente al Papa y al Ayatolá como los agentes pre-programados de nuestra extinción, el destino de toda especie. Corretean por ahí unas hordas de fanáticos, y no hay nadie para pararles los pies, sobre todo si utilizan la Biblia como arma arrojadiza.”
Los defensores ultra-cristianos de las familias con valores cristianos son objeto de muchas ironías y críticas por parte de Vidal. La obsesión que esta gente tiene con el sexo solo es comparable a la que antaño se tenía con el comunismo, y la que ahora también se tiene con el terrorismo. La religión y la mujer es otro tema recurrente en sus ensayos. Considera la religión cristiana, junto con otros monoteísmos, ideologías peligrosas que propugnan el odio y el miedo hacia la mujer. La ultra-cristianos son los que ahora lideran la lucha contra la igualdad de la mujer enarbolando la bandera de la familia. Analiza varias obras de feministas a las que parece reconocer su capacidad intelectual para irrumpir y molestar al reino literario y académico de carácter patriarcal en EEUU.
Vidal piensa que en su origen la religión no estaba tan presente en EEUU y que sus padres fundadores ”no eran entusiastas del Dios celestial”. Describe al cristianismo, al judaísmo y al islamismo como religiones inhumanas y describe como incesantes las intentonas de los religiosos por hacerse un sitio dentro de las instituciones invadiendo la original separación de Iglesia y estado. El Opus Dei hace acto de aparición en un inesperado momento hacia final del libro.
Otros temas colindantes al sexo y la religión que aborda en sus ensayos son la pornografía, (de la que se declara partidario cuando el tema estaba de moda en los años 60 y 70 y del que hace un repaso de las decisiones judiciales más importantes al respecto) y la prostitución de la que opina que es necesaria; “Las mejores [prostitutas] son una suerte de curanderas naturistas y, en contra de la superstición tribal, disfrutan con su trabajo”.
Gore Vidal disfruta atacando a los mitos estadounidenses como Linconl y Kennedy. Ha escrito bastante sobre Lincoln, a quien admira como hombre de letras y orador, pero al que considera el primer tirano de la república. No soporta que los historiadores de su país oculten la postura de Lincoln sobre un tema tan fundamental como la abolición de la esclavitud. Según Vidal, y los discursos que usa de Lincoln, el motivo fundamental de la Guerra de Secesión no era la abolición de la esclavitud sino el mantenimiento de la Unión.
“Lincoln adoptó la postura de que el sur no podía dejar la Unión. Cuando los estados sureños dijeron que tenían todo el derecho a abandonarla, Lincoln potenció su discurso hasta un nivel místico: la Unión era absoluta y había que mantenerla a toda costa. En cuanto a la esclavitud: 'Si la esclavitud no está mal, entonces nada está mal', manifestó. Aunque también:'Si puedo salvar la Unión sin liberar a ningún esclavo, lo haré. Si puedo salvar la Unión liberando a unos y dejando a otros como están, lo haré.' […] ¿Liberarlos y darles la igualdad política y social? Nuestros propios sentimientos no lo admitirían y, aunque los míos lo hicieran, sabemos que no sería el caso de la gran masa de blancos”.
[edito mensaje el 07/03/10---> ver extracto del documental "El Mito de Abraham Lincoln" que habla sobre esta polémica de un Lincoln que manipuló la liberación de los esclavos para sus intereses políticos. El documental, no obstante, se muestra menos tajante que Vidal porque contrapone a varias tendencias académicas que tratan de exculpar a Lincoln.] [edito 31/01/2014: ver minuto 58 del documental desde youtube, ya que Megaupload hace años que pasó a mejor vida, también se puede leer la carta original en la que supedita el destino de la esclavitud, al éxito de la Unión]
[edito 14/11/2017: youtube anterior caído, ver éste nuevo. Hay muchos textos controvertidos y contradictorios de Lincoln sobre esta cuestión de la igualdad de las razas. En mi opinión parece que tenía prejuicios racistas como la inmensa mayoría de los hombres de su época, pero no llegaban tan lejos como para pensar que la esclavitud era algo justo. Prefería una segregación para solucionar el problema de las razas, que él veía como irresoluble. Ambas razas eran diferentes y sufrían por convivir juntas, y por eso respaldaba "nuestra separación". Otros textos llegan todavía más lejos, y podemos leer por ejemplo, como en los debates con el juez Douglas dice que no estaba a favor de que los negros fueran considerados ciudadanos, y que en cuanto que diferentes, consideraba a la raza blanca como superior a la negra ("am in favor of the race to which I belong having the superior position").
Sin embargo, la polémica carta a Horace Greeley termina estableciendo una diferencia entre su opinión como responsable pólitico, y su "deseo personal de que todos los hombres en cualquier lugar pudieran ser libres". Como si por alguna razón pragmática no apostase por la igualdad, pero reconociese que ésta era una causa justa. Lincoln quizás no era esclavista pero sí algo racista. Había otros muchos peores que él, pero en ningún caso era el mártir de la igualdad que ahora, y siempre, se ha enseñado en las escuelas estadounidenses, y eso precisamente es lo que tanto le molestaba a Vidal.]
Con respecto a Kennedy, a quien conocía personalmente y con quien comentaba libros que se prestaban, ya en 1961 opinaba que:
“Prácticamente la mitad del electorado estaba predispuesta a encontrarse con que Kennedy y su régimen eran de corte 'intelectual', pecaban de irresponsabilidad fiscal y tenían ramalazos socialistas. […] Ahora, en cambio, tras haber comprobado cómo funciona su administración, incluso a los más recelosos de la Derecha Radical les resulta evidente que Kennedy no intenta emprender una arriesgada reforma del Estado”.
“Seguí profesando cariño a Kennedy hasta el final, pero su mandato presidencial dejó de gustarme desde el día en que invadió Cuba hasta el último mes de su vida, cuando caldeó la Guerra Fría en Vietnam.”
La pasión por desmitificar de Vidal no se contenta con los intocables de EEUU, también llega a los denostados como Pat Buchanan a quien no deja de considerar un paleto fanático religioso, pero termina por reconocerle que se enfrente al sistema dando ejemplo de inconformismo. Con respecto a Nixon escribe:
“Nos ocultan que desde Franklin Roosevelt no hemos tenido ningún presidente capaz ni serio, y nos repitan sin cesar que Nixon fue en ocasiones corrupto, y siempre complejo y tortuoso; de este modo, Nixon parece vulgar, y el resto de nosotros estupendos. Sin embargo, Nixon no es en absoluto un caso atípico. Su predecesor, Lyndon Johnson, sin duda lo superó con creces en cuanto a mendacidad y corrupción, pero el mito nacional exige, cada tanto, un chivo expiatorio, y a Nixon le ha tocado el turno. […] Kennedy era un autentico partidario de la guerra, cosa que no se puede decir de Nixon”.
Vidal participó en la Segunda Guerra Mundial, y comenta que la diferencia que existe entre sus compañeros y los soldados de la Primera Guerra Mundial que iban a luchar ilusionados por alguna causa justa. Sobre Pearl Harbor dice que “la idea de que aquel ataque no fue provocado forma parte del mito nacional. En realidad, llevábamos granjeándonos una guerra con Japón desde comienzos de siglo.” Era la posesión del Pacífico y el miedo a que le bloqueasen a Japón el acceso al petróleo del sudeste asiático lo que provocó el ataque. En cambio no se pronuncia sobre la polémica teoría de que los americanos dejaron que sucediera delante de sus narices. De las bombas atómicas que se arrojaron sobre Japón tiene una visión igualmente singular, ya que dice que no se usaron para conseguir la rendición de Japón que ya estaba en las últimas, sino para enseñarle los colmillos al nuevo enemigo Stalin.
Con respecto a la demonización del enemigo comenta: “sentíamos auténtico odio por el enemigo. Estábamos convencidos de que los japos eran infrahumanos, y las atrocidades que cometíamos contra ellos estaban más o menos a la altura de las que cometían contra nosotros.”
Dentro del esquema anticapitalista de que las grandes corporaciones nos gobiernan, hay un artículo dedicado al derrocamiento de un gobierno democrático en Guatemala instigado por los intereses de la United Fruit Company. Gore Vidal defienda la idea de que las grandes corporaciones son los dueños del estado, gracias al sistema de financiación de los partidos políticos y a las presiones de poder que son capaces de ejercer en el sistema electoral (que solo permite el baile de dos grandes y torpes partidos políticos, aunque en realidad él dice que el segundo partido es el que no vota, haciendo referencia a la gran abstención de su país, siendo el primer partido un grupo de ingenuos que sigue votando una y otra vez esperando obtener algo bueno u honesto de ello… para Vidal no hay solución al problema de la corrupción de los principios democráticos, tan solo una nueva convención constitucional que dejase atrás las cuotas de poder y los engaños que medran en el sistema actual).
“Cada cuatro año, a la ingenua mitad que vota se le insta a creer que si podemos elegir a un buen hombre o mujer como presidente, todo irá bien. Nada de eso. Cualquier individuo que sea capaz de recaudar 25 millones de dólares para que se le considere candidato presidencial no va a ser de mucha ayuda para el pueblo llano. Representará al petróleo, o a la industria aeroespacial, o a la banca, o a cualquier entidad económica que le financie, pero, desde luego, nunca representará a las gentes del país, y ellas lo saben.”
Gore Vidal parece ser un ilustre cortacabezas político y académico que no se arroga ningún privilegio aristocrático, ninguna exquisitez altiva, muy al contrario reconoce su suerte como ciudadano y alza una voz nada paternalista por lo más débiles.
“Los historiadores oficiales de EEUU ocultan dos hechos a la población: el sistema de clases norteamericano (no hay tal cosa, se nos dice terminantemente) y la naturaleza del Imperio estadounidense (tampoco existe tal cosa). […] Nuestro pueblo tiende hacia el aislacionismo y hace falta mucha manipulación corporativa, así como triquiñuelas presidenciales, para meterlo en guerras extranjeras.”
Está en contra de las explicaciones simples y maniqueas que representan a los enemigos de EEUU como entidades maléficas absolutas al margen de cualquier explicación geoestratégica. Uno de los ejemplos a los que aplica este principio es Timothy Mcveigh con el que compartió correspondencia antes de su ejecución y sobre el que ha hecho sus propias investigaciones; una maraña de preguntas y respuestas que, para el lego en la materia, se asemeja a esas mismas teorías de la conspiración que él critica en algunas partes del libro, y a las que dedica un capítulo.
“Las teorías sobre conspiraciones medran en los bosques como casos de demencia precoz de floración nocturna, y quienes caen en sus garras son objeto de mofa por parte de …. Los auténticos conspiradores.”
Joel Dyer escribió un libro en el que analiza un ejemplo más de ese monopolio de las grandes corporaciones. Vidal da crédito a Dyer en varios párrafos:
“Dyer ha sacado a la luz una auténtica conspiración que afecta a todos los ciudadanos de EEUU. En la actualidad un puñado de conglomerados agrícolas se afanan en expulsar de sus tierras a los pocos pequeños granjeros que quedan. […] El comité hizo que el gobierno enviará a los hijos de los agricultores a la universidad. Como era de prever, la mayoría no regresaron. […] De modo que se había puesto en marcha una conspiración para sustituir el ideal de nación acuñado por Jefferson, cuya espina dorsal era la familia agrícola independiente, por un panorama de monopolios agrícolas en que, según Dyer, 'entre cinco y ocho empresas multinacionales han comprado, sin contar prácticamente con nadie más, no solo el abastecimiento de cereales norteamericano, sino el del todo el mundo.' ”
“Prácticamente todo gobierno tiene como objetivo tradicional controlar a todo el mundo en todo momento. Mientras que, en otros tiempos, eso no era más que el sueño del tirano, ahora es técnicamente posible.”
Considera que Clinton a pesar de ser un político inteligente y brillante, fue el que empezó a poner en el papel las bases para un estado constantemente policial con la aprobación de la ley anti-terrorista.
La brutalidad policial es narrada en primera persona, al menos como testigo de una paliza que se le pegó a un ciudadano anónimo por parte del FBI. Vidal nos cuenta como intentó denunciarlo sin éxito ninguno cuando todavía era un ingenuo.
Definitivamente Gore Vidal es un crítico político que tiene demasiado que aportar a su país… “demasiado” porque su país no está dispuesto a aceptar los retos que le plantea con tanta fiel animadversión.
De sus aforismos me quedo con estos dos últimos:
“Estados Unidos fue la creación de unos hombres convencidos de que cada uno tiene derecho a hacer lo que le venga en gana con su propia vida, siempre y cuando no interfiera con la búsqueda de la felicidad de su vecino. (El que la idea que tenga el vecino de la felicidad consista en perseguir a los demás complica un poco el asunto).”
“Describir las cosas como son equivale a ser un mierda, y ya sabemos lo que les ocurre a los mierdas: se tira de la cadena y desaparecen. Por desgracia, para culminar esta desbocada metáfora, las aguas de la República están hechas una porquería de tanto tirar de la cadena, y nos envenenamos al beber.”
Pepe Crespo.
Madrid, Febrero de 2009
Los comentarios sobre Gore Vidal muy ilustrativos
ResponderEliminarexcelente blog y muy buen punto de referencia para futuras lecturas
De antemano gracias
Alekos
Gracias alekos, actualizo el post con un vídeo de Canal Historia que apoya la tesis de Vidal sobre las motivaciones de Lincoln para oponerse a la esclavitud.
ResponderEliminarwww.megavideo.com/?=OJ57L7QY